Las recientes protestas propalestinas en España han marcado un hito significativo en el ámbito deportivo y político del país. Este domingo, la etapa final de la Vuelta a España de ciclismo fue interrumpida debido a enfrentamientos entre manifestantes y la policía, lo que llevó a los organizadores a acortar el evento. Este incidente ha desatado una serie de reacciones políticas, especialmente del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien ha elevado el tono de sus declaraciones al pedir la expulsión de Israel de todas las competiciones deportivas internacionales.
La situación se intensificó cuando Sánchez, en una reunión con miembros de su partido, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), insistió en que las organizaciones deportivas deben cuestionar la ética de permitir que Israel participe en competiciones internacionales. En sus palabras, destacó la necesidad de una respuesta contundente ante lo que él considera una barbarie en Gaza, comparando la situación actual con la expulsión de Rusia tras su invasión de Ucrania. «Nuestra posición es clara y rotunda: hasta que no cese la barbarie, ni Rusia ni Israel deben estar en ninguna competición internacional más», afirmó Sánchez.
Este pronunciamiento ha generado un amplio debate en el país, donde la oposición ha acusado al presidente de alentar las protestas y de utilizar la situación para obtener rédito político. Sin embargo, desde el gobierno se defiende que la mayoría de los manifestantes actuaron de manera pacífica, y que solo un pequeño grupo fue responsable de los disturbios que resultaron en dos detenidos y 22 policías heridos. La portavoz del gobierno, Pilar Alegría, enfatizó que es fundamental distinguir entre el clamor popular por los derechos humanos y la violencia de unos pocos.
La percepción dentro del gobierno es que las imágenes de las protestas en Madrid y otras ciudades donde se celebró la Vuelta deben ser un punto de inflexión en la política deportiva internacional respecto a Israel. Alegría subrayó que el clamor popular no puede ser ignorado por los organismos internacionales y que es necesario actuar con la misma vara de medir que se utilizó con Rusia.
Por otro lado, el partido Sumar, socio minoritario en la coalición de gobierno, ha calificado las manifestaciones como un «éxito» y una expresión de dignidad frente a la barbarie. La coordinadora de Sumar, Lara Hernández, ha instado a que Israel no participe en eventos culturales como Eurovisión, sugiriendo que si Israel está presente, España debería retirarse. Esta postura ha sido respaldada por una campaña de recogida de firmas para presionar al gobierno y al Consejo de RTVE.
La oposición, liderada por el Partido Popular (PP), ha criticado fuertemente a Sánchez, acusándolo de ser el responsable de la interrupción de la Vuelta y de inducir la violencia. Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, ha calificado al presidente de «hooligan» y ha expresado su preocupación por la imagen que España ha proyectado al mundo. Feijóo ha señalado que el gobierno debería condenar las protestas en lugar de alentarlas, y ha enfatizado que la violencia no es la solución a los problemas en Gaza.
En medio de este clima de tensión, el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha respondido a las declaraciones de Sánchez, acusándolo de antisemitismo y de mentir sobre la situación en Gaza. Saar ha cuestionado la narrativa de que Israel es el agresor, recordando que Hamas fue quien invadió Israel y que las acciones de su gobierno son una respuesta a los ataques terroristas. Estas declaraciones han aumentado la polarización en el debate sobre la política internacional y la respuesta de España ante el conflicto en Gaza.
La interrupción de la Vuelta a España ha puesto de manifiesto la creciente tensión entre los dos grandes bloques políticos en el país. Mientras el gobierno de Sánchez y sus aliados se alinean con los manifestantes, la oposición busca distanciarse de cualquier apoyo a las protestas, intentando mantener una postura equilibrada en un tema tan delicado como el conflicto israelí-palestino. La situación ha generado un debate profundo sobre la ética en el deporte, los derechos humanos y la responsabilidad política, y ha dejado claro que el conflicto en Gaza sigue siendo un tema candente que afecta no solo a la política internacional, sino también a la cultura y el deporte en España.