En la mañana del 30 de octubre de 2025, el Complexo do Alemão, una de las comunidades más emblemáticas de Río de Janeiro, se convirtió en el escenario de una de las operaciones policiales más letales en la historia de Brasil. La denominada «Operación Contención» dejó un saldo trágico de al menos 121 muertos, incluidos cuatro policías. Este operativo, dirigido contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas del país, ha suscitado un intenso debate sobre la estrategia de seguridad pública en Brasil y la creciente militarización de la policía.
La escena era desoladora: decenas de cuerpos fueron llevados por los vecinos a la plaza São Lucas, en Penha, mientras las familias buscaban desesperadamente a sus seres queridos desaparecidos. El fotógrafo Bruno Itan, quien ha crecido en la comunidad, describió la situación como una «auténtica zona de guerra», donde el dolor y la desesperación se palpaban en el aire. La violencia desatada durante la operación ha llevado a cuestionar la eficacia y la ética de las tácticas utilizadas por las fuerzas del orden en el país.
### La Militarización de la Policía Brasileña
A medida que la violencia en las favelas de Río de Janeiro ha aumentado, también lo ha hecho la militarización de la policía. Según João Paulo Charleaux, un periodista y analista político brasileño, la policía ha comenzado a actuar como si fuera el ejército, utilizando tácticas y armamento militar en sus operaciones. Esto plantea serias preguntas sobre la legalidad y la moralidad de tales acciones, especialmente en un país donde no se ha declarado una guerra formal.
Charleaux señala que, aunque la policía brasileña tiene el deber de mantener el orden, la forma en que se están llevando a cabo estas operaciones es preocupante. En lugar de centrarse en la detención y la investigación, las autoridades parecen optar por una estrategia de confrontación abierta, donde el objetivo es eliminar a los «enemigos» en lugar de arrestarlos. Esta tendencia no solo pone en riesgo la vida de los civiles, sino que también socava la confianza en las instituciones encargadas de proteger a la población.
El gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, defendió la operación, afirmando que solo los policías muertos son considerados víctimas y que el resto de las muertes son un «éxito» en la lucha contra el crimen. Sin embargo, esta visión es criticada por muchos, quienes argumentan que la vida de cada persona es valiosa y que la violencia no es la solución a los problemas de seguridad.
### La Respuesta Internacional y la Necesidad de Reformas
La respuesta internacional a la Operación Contención ha sido contundente. António Guterres, secretario general de la ONU, expresó su profunda preocupación por la cantidad de muertes y la brutalidad de la operación. La oficina de la ONU para los Derechos Humanos ha exigido una reforma integral y eficaz de los métodos de la policía brasileña, subrayando la necesidad de un enfoque más humano y menos violento en la lucha contra el crimen.
Charleaux coincide en que es fundamental reformar la policía, pero también advierte que la solución no es tan simple como cambiar los métodos de operación. La violencia en Brasil está arraigada en problemas sociales más profundos, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. La respuesta violenta a la delincuencia solo perpetúa un ciclo de miedo y represalias, donde la población se siente cada vez más insegura.
El desafío es enorme. La policía necesita mejorar su capacidad de inteligencia y su enfoque en la investigación, en lugar de depender únicamente de la fuerza bruta. La militarización de la policía no resolverá los problemas subyacentes que alimentan la violencia en las favelas. En cambio, se requiere un enfoque integral que aborde las causas de la delincuencia y promueva el desarrollo social y económico en las comunidades más afectadas.
La situación en Río de Janeiro es un reflejo de una crisis más amplia en Brasil, donde la violencia y la inseguridad han llevado a un aumento en el apoyo a políticas de mano dura. Sin embargo, es crucial que los líderes políticos y la sociedad civil reconozcan que la violencia no es la respuesta y que se necesita un cambio radical en la forma en que se aborda la seguridad pública. La Operación Contención ha puesto de manifiesto la urgencia de una discusión más profunda sobre el futuro de la seguridad en Brasil y la necesidad de un enfoque que priorice la vida y los derechos humanos por encima de la represión.
