La historia del teatro en Chile durante la dictadura es un relato de valentía y resistencia. En este contexto, la actriz Paulina Hunt ha compartido su experiencia, recordando cómo el arte se convirtió en un refugio y una forma de resistencia ante la opresión. A medida que se conmemoran 52 años del Golpe de Estado, es fundamental reflexionar sobre el impacto que tuvo este periodo en la cultura y el arte del país.
### El Teatro como Espacio de Libertad
Durante la dictadura, muchos artistas se vieron obligados a adaptarse a un entorno hostil donde la censura y la represión eran la norma. Paulina Hunt, quien a sus 65 años se prepara para el estreno de la teleserie «Reunión de Superados», recuerda cómo decidió alejarse de las pantallas y enfocarse en el teatro. «Hubo una época larga de mi primera etapa de actriz que yo no participé en teleseries por diversos motivos, pero uno de los motivos era porque nosotros estábamos en dictadura. La verdad que a mí no me interesó estar en pantalla en ese momento», confesó.
El teatro callejero se convirtió en una forma de expresión vital para Hunt y sus colegas. En sus palabras, «una de las experiencias que podría destacar es mi historia en el teatro fue mi trabajo con Andrés Pérez en la calle». A pesar de que el teatro callejero estaba prohibido, los artistas encontraron maneras de llevar su mensaje al público. Hunt recuerda una obra alegórica sobre la Navidad llamada «Bienaventuranza», que buscaba ofrecer un espacio de creatividad y libertad en un contexto de miedo y represión.
«La gente andaba cabizbaja, temerosa, y nosotros entregábamos un espacio de creatividad y libertad. Con esta obra llegaban los carabineros y teníamos todo un método para que no nos cortaran la función», relató. La estrategia de persuasión y confrontación que utilizaban para mantener sus presentaciones en pie es un testimonio del ingenio y la determinación de los artistas de la época.
### La Magia de «La Remolienda»
Uno de los hitos más recordados por Hunt es la obra «La remolienda», escrita por Alejandro Sieveking y dirigida por Víctor Jara. Este año se celebran 60 años de su estreno, y Hunt recuerda con nostalgia el ambiente vibrante que se vivía en el Teatro El Ángel. «Trabajábamos en el Teatro El Ángel, y en esa época hacíamos función de martes a domingo, incluso doble función el sábado. Era una cantidad impresionante», comentó.
La obra, que retrata la idiosincrasia de una casa de remolienda en el campo, se convirtió en un fenómeno cultural. «Era encontrarse con la alegría porque no tenía corte político, pero sí había una complicidad con el público de viva el arte, viva el teatro», añadió Hunt. La recepción del público era arrolladora, y el teatro se llenaba constantemente, convirtiéndose en un refugio de alegría y humanidad en tiempos de oscuridad.
«Fuimos al Festival del Huaso de Olmué, éramos un éxito total. En la dictadura, estos espacios se agradecían mucho porque no se podían hacer reuniones, no se podían hacer muchas cosas, pero ahí era un lugar de reunión, de humanidad compartida, de alegría compartida», concluyó Paulina Hunt, reflejando la importancia del teatro como un espacio de resistencia y comunidad.
La historia de Paulina Hunt es solo una de muchas que ilustran cómo el arte puede florecer incluso en los momentos más difíciles. A través de su trabajo, no solo ha contribuido a la cultura chilena, sino que también ha sido parte de un movimiento más amplio que busca recordar y honrar a aquellos que lucharon por la libertad de expresión en un tiempo de represión. Su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas y espectadores, recordándonos que el arte tiene el poder de unir y sanar, incluso en los momentos más oscuros.