La llegada del invierno trae consigo un aumento en las dificultades para quienes padecen dolor crónico. En Chile, más de dos millones de personas enfrentan esta realidad, y con el descenso de las temperaturas, los síntomas tienden a intensificarse. Este artículo explora cómo el frío afecta tanto el bienestar físico como emocional de quienes sufren de condiciones como la fibromialgia y la artritis, y ofrece estrategias para sobrellevar mejor esta temporada.
El impacto del frío en el dolor crónico
Durante el invierno, las bajas temperaturas pueden agravar las dolencias físicas. Especialistas en salud han señalado que el frío aumenta la tensión muscular y la sensibilidad en las articulaciones. Esto es particularmente relevante para quienes padecen enfermedades como la artritis o la fibromialgia, donde el dolor puede volverse más intenso. La psicóloga Sofía Friedler explica que la menor exposición a la luz solar durante esta época del año puede disminuir la producción de serotonina y vitamina D, lo que a su vez puede alterar el estado de ánimo de las personas.
Además, la Organización Mundial de la Salud ha indicado que hasta un 60% de quienes viven con dolor crónico también experimentan síntomas de ansiedad o depresión. En Chile, las mujeres y las personas mayores son las más afectadas por estas condiciones. La combinación de dolor físico y malestar emocional puede crear un ciclo difícil de romper, donde el dolor se intensifica y la salud mental se deteriora.
La kinesióloga Nicolás Fernández añade que el miedo al movimiento, conocido como kinesiofobia, puede ser un factor que agrava la situación. Este miedo puede llevar a las personas a evitar la actividad física, lo que a su vez puede aumentar la rigidez y el dolor. La catastrofización del dolor, donde las personas piensan que su situación nunca mejorará, también puede intensificar la percepción del dolor y obstaculizar el progreso en los tratamientos.
El aislamiento social es otro aspecto que se ve afectado durante el invierno. Muchas personas tienden a reducir su actividad física y social, lo que repercute directamente en su bienestar emocional. La falta de interacción social puede llevar a sentimientos de soledad y desesperanza, exacerbando aún más los síntomas de ansiedad y depresión.
Consejos para enfrentar el invierno
A pesar de los desafíos que presenta el invierno para quienes sufren de dolor crónico, hay varias estrategias que pueden ayudar a sobrellevar mejor esta época del año. Los especialistas sugieren mantener un estilo de vida activo, adaptando la actividad física a las condiciones climáticas. Ejercicios suaves, como estiramientos o caminatas cortas, pueden ser beneficiosos para mantener la movilidad y reducir la rigidez.
La exposición a la luz natural es fundamental. Pasar tiempo al aire libre, incluso en días nublados, puede ayudar a mejorar el estado de ánimo. Para aquellos que no pueden salir, el uso de lámparas de fototerapia puede ser una alternativa efectiva para combatir la falta de luz solar.
Una alimentación equilibrada y un buen descanso son claves para el bienestar físico y mental. Incluir alimentos ricos en omega-3, antioxidantes y vitaminas puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar el estado de ánimo. Asimismo, establecer una rutina de sueño adecuada puede contribuir a una mejor recuperación y bienestar general.
Mantener vínculos sociales es igualmente importante. Aunque el invierno pueda limitar las actividades al aire libre, es posible mantener la conexión con amigos y familiares a través de medios digitales. Las videollamadas o chats pueden ayudar a combatir el aislamiento y proporcionar apoyo emocional.
Finalmente, es crucial no dudar en buscar ayuda profesional. Consultar con especialistas en salud mental puede ser fundamental ante señales de angustia o abatimiento. La terapia puede ofrecer herramientas para manejar el dolor y mejorar la calidad de vida.
En resumen, el invierno puede ser un periodo difícil para quienes padecen dolor crónico, pero con las estrategias adecuadas, es posible enfrentar esta temporada de manera más efectiva. Mantenerse activo, buscar apoyo social y cuidar de la salud mental son pasos importantes para mejorar el bienestar durante los meses más fríos del año.