El plátano oriental, un árbol emblemático que adorna las calles de Santiago, tiene una historia fascinante que se remonta a principios del siglo XX. Este árbol, que se ha convertido en un símbolo de las áreas verdes de la capital chilena, fue introducido con la intención de embellecer la ciudad y proporcionar sombra a sus habitantes. Sin embargo, su llegada también trajo consigo un problema inesperado: las alergias estacionales que afectan a una gran parte de la población.
### La llegada del plátano oriental a Chile
La historia del plátano oriental en Chile comienza con la visión de paisajistas y académicos que buscaban mejorar la calidad de vida urbana. Federico Albert, un pionero en la conservación medioambiental, fue uno de los primeros en recomendar la importación de este árbol. En su ensayo «Los bosques de Chile» (1903), Albert destacó las cualidades del plátano oriental, sugiriendo que su tamaño y resistencia lo hacían ideal para las zonas costeras del país.
George Dubois, un paisajista francés, también jugó un papel crucial en la popularización del plátano oriental. Al ser contratado para diseñar el Parque Forestal, uno de los pulmones verdes más importantes de Santiago, Dubois ordenó la compra de 300 ejemplares de este árbol desde Francia. Así, en 1905, el plátano oriental comenzó a ocupar un lugar destacado en el paisaje urbano de la capital.
El historiador Hugo Ramos explica que la elección del plátano oriental se debió a su capacidad de adaptarse al entorno chileno y a su impresionante altura, que lo hacía ideal para acompañar el crecimiento de la ciudad. Además, el hecho de que las primeras especies fueran traídas directamente desde Francia, en una época en que el transporte marítimo era la única opción, también contribuyó a su popularidad. El plátano oriental demostró ser un árbol noble, capaz de soportar las largas distancias de traslado.
### La dualidad del plátano oriental: belleza y alergias
A medida que el plátano oriental se estableció en Santiago, se convirtió en un símbolo de la «ciudad jardín», un concepto que promovía la integración de la naturaleza en el entorno urbano. Comunas como Providencia y Ñuñoa adoptaron este árbol, plantándolo de manera ordenada y sin afectar las veredas ni las calles. Sin embargo, con el paso del tiempo, el plátano oriental comenzó a ser visto bajo una luz diferente.
Con la llegada de la primavera, el plátano oriental se convierte en un enemigo para muchos santiaguinos. Su polen, que se libera durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, es un desencadenante común de alergias estacionales. Javier Cerda, un médico broncopulmonar, señala que la polinización del plátano oriental coincide con un aumento en las consultas médicas por problemas respiratorios. Los síntomas incluyen inflamación de las vías aéreas, bronquios y fosas nasales, lo que puede resultar incómodo para quienes son sensibles a este alérgeno.
Para aquellos que sufren de alergias, Cerda recomienda consultar a un médico especialista y considerar el uso de antialérgicos y inhaladores nasales para prevenir los síntomas. La planificación anticipada es clave, ya que la alergia puede comenzar a manifestarse a finales de agosto, cuando los árboles comienzan a brotar.
### El futuro del plátano oriental en Santiago
A pesar de su popularidad, el plátano oriental enfrenta un futuro incierto en Santiago. Investigaciones recientes realizadas por académicos de la Universidad Católica han revelado una disminución en la presencia de plátanos orientales en la ciudad. En su lugar, el plátano hispánico, un híbrido entre el plátano oriental y el plátano occidental, ha ganado terreno. Esta tendencia plantea interrogantes sobre la responsabilidad del plátano oriental en las alergias, ya que los estudios sugieren que el plátano hispánico podría ser el verdadero culpable de los problemas alérgicos que se atribuyen al plátano oriental.
La importancia de este hallazgo radica en la necesidad de reevaluar la percepción pública sobre el plátano oriental. Aunque ha sido considerado un árbol problemático debido a sus efectos alérgicos, es posible que su reputación esté injustamente manchada. A medida que Santiago continúa evolucionando y adaptándose a las necesidades de sus habitantes, la gestión de su arbolado urbano se vuelve cada vez más crucial.
En resumen, el plátano oriental es un árbol que ha dejado una huella indeleble en el paisaje de Santiago, simbolizando tanto la belleza de las áreas verdes como los desafíos que enfrentan los ciudadanos en términos de salud. Su historia es un recordatorio de cómo las decisiones urbanísticas pueden tener consecuencias inesperadas, y de la importancia de encontrar un equilibrio entre la naturaleza y la salud pública.