La preocupación por la salud infantil ha tomado un nuevo giro con la reciente investigación del Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición (CIAPEC-INTA) de la Universidad de Chile. Este estudio ha revelado que un alarmante 76% de los niños de tres años consume edulcorantes no nutritivos de manera diaria, sin que esto conlleve una reducción en su ingesta de azúcar. Este hallazgo plantea serias interrogantes sobre los hábitos alimenticios de los más pequeños y su relación con la salud a largo plazo.
### Consumo de Edulcorantes: Un Análisis Detallado
El estudio, titulado «Non-Nutritive Sweeteners Intake and Its Association With Sugars Intake Among Chilean Toddlers», fue llevado a cabo por un equipo de académicas que incluyó a Paola Arévalo, Natalia Rebolledo y Marcela Reyes. La investigación se centró en los patrones de consumo de edulcorantes en la población preescolar chilena, y sus resultados son preocupantes.
Los edulcorantes más consumidos por los niños de tres años son la sucralosa, presente en el 63% de los casos, seguida por acesulfamo-K (35%), aspartamo (32%) y esteviol (26%). Las bebidas azucaradas son la principal fuente de estos aditivos, seguidas de los lácteos endulzados y productos de repostería. La alta prevalencia de consumo de edulcorantes en esta franja etaria es alarmante, ya que más de tres cuartas partes de los niños habían consumido al menos un edulcorante el día anterior al estudio.
Marcela Reyes, una de las investigadoras, enfatizó que el consumo de edulcorantes no está contribuyendo a una disminución en la ingesta de azúcar, lo que contradice la creencia común de que estos productos pueden ser una alternativa más saludable. En lugar de sustituir el azúcar, los edulcorantes se están sumando a la dieta de los niños, lo que podría tener implicaciones negativas para su salud.
### Riesgos Asociados y Recomendaciones
La investigación también destaca los riesgos asociados con el consumo de edulcorantes en niños. Natalia Rebolledo, otra de las investigadoras, advirtió que la falta de asociación entre el consumo de edulcorantes y una menor ingesta de azúcar es preocupante. Esto sugiere que los niños no están utilizando los edulcorantes como un sustituto del azúcar, sino que están aumentando su consumo total de productos dulces. Esta tendencia puede llevar a que los niños desarrollen preferencias por sabores dulces desde una edad temprana, lo que podría contribuir a problemas de salud como la obesidad y la diabetes en el futuro.
Además, los niños tienen un menor peso corporal, lo que significa que son más susceptibles a sobrepasar los niveles de ingesta diaria admisible de edulcorantes. La exposición temprana a sabores intensamente dulces puede influir en sus elecciones alimenticias a lo largo de su vida, creando un ciclo difícil de romper.
Para abordar esta problemática, las investigadoras proponen varias estrategias. Una de las recomendaciones más destacadas es reducir la exposición de los niños a cualquier fuente de dulzor, ya sea azúcares tradicionales o edulcorantes no nutritivos. Reyes sugiere que una buena estrategia es optar por alimentos naturales, que, aunque puedan ser dulces, generalmente no superan el dulzor de los productos altamente procesados.
Además, se están implementando mensajes frontales en productos envasados que contienen edulcorantes, lo que podría ayudar a los padres a tomar decisiones más informadas sobre la alimentación de sus hijos. Rebolledo también aconseja evitar la introducción de productos endulzados, ya sean con azúcar o edulcorantes, especialmente en bebidas y lácteos, que son las principales fuentes de estos aditivos en la dieta infantil.
La investigación del CIAPEC-INTA subraya la necesidad de una mayor conciencia sobre el consumo de edulcorantes en la infancia y su impacto en la salud a largo plazo. A medida que se continúan desarrollando políticas de salud pública, es crucial que se tomen en cuenta estos hallazgos para proteger el bienestar de las futuras generaciones. La educación y la prevención son clave para garantizar que los niños crezcan con hábitos alimenticios saludables que les beneficien a lo largo de su vida.