En un trágico suceso que ha conmocionado a la comunidad de Calera de Tango, un profesor de karate, Claudio Báez Rubio, de 56 años, fue víctima de un ataque armado mientras impartía clases a un grupo de niños. Este incidente, ocurrido el 24 de abril de 2025, dejó al instructor con secuelas físicas y emocionales que aún persisten. A medida que se revelan más detalles sobre el ataque, el testimonio de Báez ha capturado la atención del público, destacando no solo la violencia que enfrentó, sino también su instinto protector hacia sus alumnos.
La agresión tuvo lugar en el gimnasio municipal de Calera de Tango, donde el profesor, con más de 20 años de experiencia en la enseñanza de artes marciales, se encontraba en medio de una clase normal. Según su relato, la atmósfera era de disfrute y aprendizaje hasta que un individuo irrumpió en el lugar con un arma. «La clase se desarrollaba como clase normal, con una planificación establecida. Disfrutando. Eso es lo que recuerdo, hasta que se ve interrumpida por el acontecimiento en sí», comentó Báez, quien ha representado a Chile en diversas competencias de karate.
El momento del ataque fue caótico. Báez recordó que el agresor, un joven de tez clara y cabello afro, entró apuntándole con un arma. En un acto reflejo, el profesor intentó proteger a sus alumnos, cayendo sobre ellos en un intento de evitar que resultaran heridos. «Sentí varios impactos en mi cuerpo. No comprendía el porqué ni la maldad. Cuando estuve en el piso, en ese momento no sabía, pero me pregunté el porqué», relató con voz entrecortada.
A pesar de la gravedad de sus heridas, el profesor logró sobrevivir, aunque el camino hacia su recuperación ha sido largo y doloroso. Tras varios días de hospitalización, regresó a su hogar, pero las secuelas del ataque lo acompañan. La comunidad de karate y los padres de los niños que asistían a su clase han expresado su apoyo, resaltando la importancia de la figura de Báez en la formación de jóvenes deportistas.
### La Búsqueda de Justicia
Desde el día del ataque, las autoridades han estado trabajando arduamente para identificar al agresor. Sin embargo, hasta el momento, su identidad sigue siendo un misterio. El profesor Báez ha manifestado su deseo de conocer al atacante, no solo para entender el motivo detrás de la agresión, sino también para buscar justicia. «A mí me hubiera encantado conocer a la persona (que disparó) para que en estos momentos, que estoy con razón, poder identificar y decir ‘yo te conozco’, pero a esa persona que me disparó no la había visto nunca», expresó.
El ataque ha generado un debate en la comunidad sobre la seguridad en espacios públicos y la violencia que afecta a la sociedad. Muchos se preguntan cómo es posible que un acto tan violento ocurra en un entorno que debería ser seguro para los niños. La situación ha llevado a los padres a replantearse la seguridad de sus hijos en actividades extracurriculares y ha puesto de relieve la necesidad de medidas más estrictas para proteger a los ciudadanos.
La policía ha solicitado la colaboración de la comunidad para obtener información que ayude a dar con el paradero del atacante. Se ha informado que el sospechoso escapó en un vehículo por Camino a Lonquén poco después de cometer el delito. Las autoridades han instado a cualquier persona que tenga información sobre el caso a que se presente y colabore con la investigación.
### Un Llamado a la Reflexión
El testimonio de Claudio Báez no solo es un relato de un ataque violento, sino también un llamado a la reflexión sobre la violencia en la sociedad. Su instinto de proteger a los niños durante el ataque resalta la importancia de la educación y la formación en valores, especialmente en un contexto donde la violencia parece estar en aumento. La comunidad de Calera de Tango, así como otros sectores de la sociedad, se ven obligados a cuestionar qué medidas se pueden implementar para prevenir que situaciones como esta se repitan.
A medida que las investigaciones continúan, la historia de Báez se convierte en un símbolo de resiliencia y valentía. Su deseo de seguir adelante, a pesar de las secuelas físicas y emocionales, inspira a muchos a no rendirse ante la adversidad. La comunidad espera que pronto se haga justicia y que el autor de este acto violento sea llevado ante la ley, no solo por el profesor, sino por todos aquellos que se sienten inseguros en sus propios entornos.
