En el contexto político actual de Chile, el gobierno del Presidente Gabriel Boric se enfrenta a un intenso debate sobre la inclusión de la glosa republicana en el Presupuesto de la Nación 2026. Este fondo, que ha sido una tradición desde el retorno a la democracia, permite a la administración saliente dejar recursos para las prioridades de su sucesor. Sin embargo, la administración actual ha optado por un enfoque diferente, generando reacciones diversas entre los sectores políticos.
La decisión de no reponer la glosa republicana ha sido defendida por el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, quien argumenta que esta medida busca modernizar el sistema de asignación de recursos públicos. En lugar de seguir con la tradición, el gobierno propone que la Ley de Presupuesto tenga la flexibilidad necesaria para reasignar fondos, lo que podría implicar recortes en ciertas partidas. Esta propuesta ha generado críticas, especialmente desde el propio oficialismo, donde varios senadores han expresado su descontento.
### La Modernización del Presupuesto: Argumentos a Favor
El ministro Elizalde ha expuesto que la decisión de eliminar la glosa republicana responde a recomendaciones de la Comisión Asesora para Reformas Estructurales al Gasto Público. Según Elizalde, uno de los planteamientos de esta comisión es que el nuevo gobierno debería tener la capacidad de establecer sus prioridades desde el primer día de su mandato, lo que se lograría a través de un mecanismo de asignación más eficiente.
Elizalde enfatizó que la modernización del presupuesto es esencial para garantizar una mejor ejecución de los recursos. «Si queremos modernizar el presupuesto, si queremos tener un mecanismo más eficiente, la propuesta de esta comisión técnica es la más idónea», afirmó. Esta postura se basa en la idea de que un sistema más flexible permitirá una mejor adaptación a las necesidades cambiantes del país y una ejecución más efectiva de los proyectos gubernamentales.
El ministro también destacó que la propuesta cuenta con el respaldo de economistas de diferentes sectores políticos, lo que, según él, refuerza la legitimidad de la medida. La administración Boric busca así avanzar hacia un modelo que no solo sea más eficiente, sino que también responda a las exigencias de un contexto económico y social en constante evolución.
### Críticas y Presiones desde el Oficialismo
A pesar de los argumentos presentados por el gobierno, la decisión ha encontrado resistencia dentro de la coalición oficialista. Senadores como Ricardo Lagos Weber han manifestado su preocupación por la falta de la glosa republicana, señalando que esta herramienta ha sido fundamental para la continuidad de proyectos y políticas públicas. En una reunión reciente, Lagos expresó sus reparos de manera contundente, lo que refleja un sentimiento compartido por otros miembros de la alianza.
La senadora Paulina Vodanovic, presidenta del Partido Socialista, también ha sido vocal en su oposición a la eliminación de la glosa. En un llamado al Ejecutivo, pidió que se reponda este fondo para el próximo gobierno, argumentando que es crucial para asegurar la estabilidad y continuidad de las políticas públicas. Esta presión interna ha llevado al gobierno a reconsiderar su enfoque, aunque Elizalde ha defendido la necesidad de avanzar hacia una modernización del sistema.
La controversia en torno a la glosa republicana no solo refleja diferencias dentro del oficialismo, sino que también plantea interrogantes sobre la dirección futura de la política fiscal en Chile. La capacidad del gobierno para implementar cambios significativos en el presupuesto dependerá en gran medida de su habilidad para navegar estas tensiones internas y construir un consenso que permita avanzar en sus objetivos.
En este contexto, el debate sobre el Presupuesto 2026 se convierte en un escenario clave para observar cómo se desarrollan las dinámicas políticas en el país. La forma en que el gobierno maneje estas críticas y la presión de sus propios aliados será determinante para su éxito en la implementación de reformas necesarias en el sistema de gasto público. La modernización del presupuesto, tal como lo plantea Elizalde, podría ser un paso hacia un modelo más eficiente, pero su aceptación dependerá de la capacidad del gobierno para demostrar que este cambio beneficiará a la ciudadanía en su conjunto.