A las 17:00 horas en Bogotá, el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay se encontraba en un acto de campaña discutiendo la salud mental como un tema crucial en Colombia, cuando un disparo interrumpió su discurso. El ataque, que dejó a Uribe con una herida de bala en la cabeza, también causó lesiones a dos civiles. Uribe fue rápidamente trasladado a la clínica Medicentro y luego a la Fundación Santa Fe, donde su esposa, María Claudia Tarazona, confirmó que había sobrevivido a un procedimiento neuroquirúrgico, aunque su estado sigue siendo crítico. El presunto atacante, un adolescente de 15 años, fue detenido poco después del incidente.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, condenó el ataque y recordó la historia familiar de Uribe, quien ha sido marcado por la violencia en su vida personal. Su madre, la periodista Diana Turbay, fue secuestrada y asesinada en los años 90 por el grupo criminal Los Extraditables, fundado por Pablo Escobar. En un mensaje en redes sociales, Petro expresó su preocupación por la violencia en Colombia, señalando que el ataque a Uribe es un reflejo de un problema más amplio que afecta al país.
Miguel Uribe, de 39 años, proviene de una familia con una larga trayectoria en la política colombiana. Su abuelo, Julio César Turbay Ayala, fue presidente de la República entre 1978 y 1982, y su familia ha estado involucrada en la política durante generaciones. A pesar de su legado familiar, Uribe se alejó de la política durante su juventud, dedicándose a la abogacía y aspirando a ser ajedrecista profesional. Sin embargo, en 2010 decidió entrar en el mundo político, militando inicialmente en el Partido Liberal, el mismo que perteneció su abuelo.
En 2012, a los 25 años, fue elegido concejal de Bogotá, donde comenzó a forjar una rivalidad con Gustavo Petro, quien en ese momento era alcalde de la ciudad. En 2016, Uribe fue nombrado secretario de gobierno bajo la administración de Enrique Peñalosa, aunque no logró ser elegido alcalde en su intento posterior. Sin embargo, en 2021, logró un importante triunfo al ser elegido senador, convirtiéndose en uno de los políticos más visibles del Centro Democrático, el partido fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, con quien no tiene relación familiar.
Como senador, Uribe ha sido un crítico abierto del gobierno de Petro, denunciando lo que considera un debilitamiento de las instituciones y una concentración de poder por parte del Ejecutivo. Ha cuestionado la política de seguridad del gobierno, especialmente la estrategia de “Paz Total”, que, según él, ha permitido la expansión de grupos armados como el ELN y las disidencias de las FARC. Su postura crítica ha resonado en un país donde la violencia y la inseguridad son temas recurrentes en el debate público.
El ataque a Miguel Uribe no solo ha conmocionado a su familia y seguidores, sino que también ha reavivado el debate sobre la seguridad en Colombia. La violencia política ha sido una constante en la historia del país, y este incidente pone de manifiesto los riesgos que enfrentan los candidatos y líderes políticos en un entorno marcado por la polarización y la violencia. La respuesta del gobierno y la sociedad civil será crucial para abordar este problema y garantizar la seguridad de quienes participan en la política.
La situación de Uribe es un recordatorio de que la violencia en Colombia no es solo un problema del pasado, sino una realidad que sigue afectando a la sociedad. La historia de su madre y su propio camino político son testimonio de un país que lucha por superar sus demonios. A medida que se desarrollan los acontecimientos, la atención se centrará no solo en la recuperación de Uribe, sino también en las implicaciones más amplias de este ataque para la democracia y la seguridad en Colombia.