La discusión sobre el presupuesto nacional siempre ha sido un tema complejo en el ámbito político, pero el presupuesto del año 2026 se presenta como un desafío aún mayor. Con la fecha límite para su presentación al Congreso fijada para el 30 de septiembre, el gobierno se enfrenta a un periodo de 60 días para su aprobación, coincidiendo con las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre. Este contexto electoral añade una capa de dificultad a la ya complicada tarea de definir el erario fiscal.
### La Transparencia como Condición Previa
Uno de los puntos más críticos en la discusión del presupuesto es la demanda de transparencia en las finanzas públicas. Evelyn Matthei, candidata de la coalición de Chile Vamos, ha manifestado que su sector condicionará la tramitación de la Ley de Presupuestos 2026 a la entrega de información clara sobre las cuentas del Estado. Según Matthei, la falta de transparencia ha llevado a una situación en la que las cifras fiscales son engañosas, lo que podría tener consecuencias graves para la economía del país. La candidata ha señalado que la deuda real del Estado es mucho mayor de lo que se reconoce oficialmente, lo que plantea serias dudas sobre la viabilidad de las proyecciones de ingresos.
La preocupación por la falta de pagos a empresas constructoras por parte del Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) ha alimentado estas críticas. En este sentido, los parlamentarios de la UDI han expresado que la falta de información sobre estos casos podría ser un indicativo de problemas más amplios en la gestión fiscal del gobierno. A pesar de las acusaciones, el Ministerio de Hacienda ha defendido su postura, asegurando que todas las facturas emitidas en el marco de la ley de presupuestos cuentan con recursos asegurados.
### Proyecciones de Ingresos y Espacio Fiscal
Uno de los temas centrales en la discusión del presupuesto es la proyección de ingresos. En los últimos años, estas proyecciones han estado sobreestimadas, lo que ha llevado a déficits fiscales más altos de lo esperado. Por ejemplo, en 2024, los ingresos fiscales fueron significativamente menores a lo proyectado, resultando en un déficit estructural del 3,2% del PIB, en comparación con el compromiso inicial del 1,9%. Para el año en curso, los datos hasta julio indican que los ingresos fiscales han crecido un 6,3% en comparación con el año anterior, pero la proyección original del gobierno era de un crecimiento del 8,4%. Esto implica que, para cumplir con las expectativas, los ingresos deben aumentar un 11,2% entre agosto y diciembre.
Los parlamentarios han manifestado su preocupación por la posibilidad de que los ingresos proyectados no se materialicen, lo que afectaría tanto el nivel de deuda como el balance estructural. Legisladores de diferentes partidos han coincidido en la necesidad de revisar las estimaciones de ingresos, argumentando que los cálculos han sido demasiado optimistas en años anteriores. Esta revisión se vuelve crucial, especialmente en un contexto donde el margen para aumentar el gasto público es limitado.
Los expertos han estimado que el crecimiento del PIB para 2026 será del 2,6%, lo que sugiere que el espacio fiscal será del orden del 2%. Esto significa que, aunque se debe mantener un gasto austero, no se pueden recortar recursos en áreas clave como seguridad, salud y educación. Los parlamentarios han enfatizado la importancia de priorizar estos sectores, argumentando que el ajuste fiscal no debe afectar las partidas que son esenciales para la ciudadanía.
### Prioridades en el Gasto Público
La discusión sobre el presupuesto no solo se centra en los números, sino también en las prioridades que deben guiar el gasto público. Los parlamentarios han expresado la necesidad de que el presupuesto refleje las necesidades de la población, especialmente en áreas críticas como salud, educación y seguridad. La diputada Gael Yeomans ha señalado que es fundamental que los recursos se destinen a resolver las listas de espera en salud y a fortalecer la infraestructura educativa.
Por su parte, el diputado Luis Cuello ha subrayado que el presupuesto debe crecer lo suficiente para atender las necesidades de la población en seguridad, educación y salud, al mismo tiempo que se mantiene un fuerte componente de inversión pública como motor del crecimiento económico. Esta visión se alinea con la necesidad de garantizar que el presupuesto no solo sea un documento contable, sino una herramienta que permita mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
En este contexto, la tradición de dejar un fondo de libre disposición para el nuevo gobierno también ha sido objeto de debate. Algunos parlamentarios consideran que, dada la situación fiscal, es poco probable que se pueda contar con estos recursos. Sin embargo, otros argumentan que es esencial mantener esta práctica para permitir al nuevo gobierno implementar su programa sin restricciones.
La discusión del presupuesto 2026 se presenta como un proceso lleno de desafíos, donde la transparencia, la proyección de ingresos y las prioridades de gasto serán temas centrales que definirán el futuro económico del país. A medida que se acerca la fecha límite para su aprobación, el diálogo entre los diferentes sectores políticos será crucial para alcanzar un consenso que beneficie a la ciudadanía.