La vida y obra de Cristina Rivera Garza son un testimonio del cruce de fronteras, tanto físicas como lingüísticas. Nacida en Matamoros, México, y residente en Estados Unidos desde 1990, su experiencia migratoria ha influido profundamente en su escritura. En su reciente libro, «Terrestre», la autora explora el movimiento y el viaje, temas que han sido constantes en su trayectoria literaria. A través de relatos que abarcan desde la búsqueda de empleo en Alaska hasta el viaje de jóvenes enamorados, Rivera Garza captura la esencia de la experiencia migrante y la complejidad de la identidad en un mundo en constante cambio.
La migración es un hilo conductor en su obra. Rivera Garza menciona que su abuelo materno cruzó a Estados Unidos a los tres años, un viaje que marcó el inicio de una historia familiar entrelazada con el movimiento. Esta herencia se refleja en su escritura, donde cada relato es una bitácora de tránsito, un reflejo de las experiencias vividas en la frontera entre México y Estados Unidos. La autora destaca que su escritura surge del «andar», del movimiento, y que cada historia es un eco de las fricciones que se generan al cruzar fronteras geopolíticas y culturales.
### La Influencia del Contexto Político en la Escritura
El contexto político en Estados Unidos ha tenido un impacto significativo en la vida de Rivera Garza y en su labor como escritora. Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, el discurso antimigrante ha permeado la sociedad, afectando la vida cotidiana de muchos, incluidos los estudiantes extranjeros. Rivera Garza, quien dirige un programa de doctorado en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Houston, ha sido testigo de cómo el miedo y la violencia han transformado su entorno. «Houston es una ciudad muy diversa; yo vivo en un barrio muy mexicano, de mucha tradición. Y de ser calles bullangueras, donde cada fin de semana el olor de las carnes asadas lo llenaba todo, se ha transformado en un barrio sin gente, silencioso, sin aromas», comenta.
La autora también se refiere a la reciente decisión de suspender las visas para estudiantes extranjeros, lo que ha generado alarma en su comunidad académica. «Casi el 99% de nuestros estudiantes son extranjeros. Te imaginarás la alarma que eso ocasionó por acá», dice. Esta situación ha llevado a Rivera Garza a reflexionar sobre su papel como escritora y educadora, y a considerar la importancia del lenguaje como herramienta de resistencia. «Mi trabajo como escritora es mantenerme haciendo esta minuciosa labor con el lenguaje y no olvidar que también las palabras nos abren las puertas para otro tipo de acciones», afirma.
### La Escritura como Acto Colectivo
Uno de los aspectos más destacados de la obra de Rivera Garza es su enfoque en la escritura como un acto colectivo. En «Terrestre», muchos de los relatos están escritos en primera persona plural, lo que sugiere una conexión profunda entre los personajes y su entorno. La autora enfatiza que la amistad y el compañerismo son temas centrales en su trabajo, y que la escritura debe ser entendida como una experiencia compartida. «Este es un libro sobre la amistad y sobre el deseo. Es un libro atravesado de principio a fin por la amistad como experiencia pero también como estilo», explica.
La idea de que la escritura es un acto de comunidad se vuelve aún más relevante en el contexto actual, donde las voces de las mujeres y de los migrantes a menudo son silenciadas. Rivera Garza sostiene que el lenguaje tiene el poder de desafiar las narrativas del poder y de dar voz a quienes han sido marginados. «Si algo aprendí escribiendo ‘El invencible verano de Liliana’ es que el lenguaje que necesitamos para contar historias de la violencia, de maneras que reten a la existencia de la violencia, es que ese lenguaje viene de la lucha y de la calle», dice.
La autora también reflexiona sobre el impacto de vivir entre dos lenguas. Su español ha sido influenciado por su trabajo en inglés, y viceversa. Esta interacción ha enriquecido su escritura, permitiéndole explorar nuevas formas de expresión. «Creo que no sería la escritora que soy si no hubiera estado por tantos años justo en la colindancia de estas dos lenguas», afirma. Esta dualidad lingüística no solo refleja su identidad personal, sino que también enriquece su obra, haciéndola resonar con una diversidad de experiencias y voces.
La obra de Cristina Rivera Garza es un testimonio de la complejidad de la identidad en un mundo globalizado. A través de su escritura, invita a los lectores a reflexionar sobre el movimiento, la migración y la importancia del lenguaje como herramienta de resistencia y conexión. Su enfoque en la amistad y la colectividad en la escritura subraya la necesidad de crear espacios inclusivos donde todas las voces sean escuchadas y valoradas. En un momento en que el discurso de odio y la violencia contra los migrantes son cada vez más comunes, la obra de Rivera Garza se erige como un faro de esperanza y resistencia.