La reciente crisis por las cuentas de la luz en Chile ha llevado a la renuncia del ministro de Energía, Diego Pardow, un hecho que ha generado un gran revuelo en el ámbito político y social del país. Este escándalo se desató debido a un error metodológico que resultó en pagos excesivos en las facturas de electricidad, lo que ha puesto en jaque la gestión del presidente Gabriel Boric y ha evidenciado las fisuras dentro de su gobierno.
La situación se tornó crítica cuando el presidente Boric, tras regresar de una gira en Italia, se reunió con Pardow en La Moneda. Durante este encuentro, el mandatario expresó su descontento por la falta de atención a un problema que había pasado desapercibido durante más de tres años de su administración. La crisis se intensificó cuando Marco Mancilla, encargado de la Comisión Nacional de Energía (CNE), reveló que Pardow había estado al tanto del problema desde septiembre, lo que llevó a Boric a solicitar su renuncia.
### La Reacción del Gobierno y el Contexto Político
El diseño inicial del gobierno para enfrentar esta crisis incluía una estrategia comunicacional que buscaba explicar a la ciudadanía el error y las medidas a tomar para solucionarlo. Sin embargo, la situación se complicó rápidamente. La administración de Boric intentó desviar la responsabilidad hacia gestiones anteriores, afirmando que el problema se arrastraba desde 2017, durante el gobierno de Michelle Bachelet, y que no había sido corregido en la administración de Sebastián Piñera. Esta estrategia, sin embargo, no logró calmar las críticas, y la presión política aumentó.
El subsecretario del Interior, Víctor Ramos, reiteró esta narrativa, afirmando que el problema venía desde hace años. Sin embargo, la percepción pública y política era que el actual gobierno debía asumir la responsabilidad de la crisis. La ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, también se vio obligada a reconocer que, aunque el problema era antiguo, el gobierno actual debía rendir cuentas. Esto evidenció una falta de unidad en el discurso oficial y una creciente presión desde el interior del oficialismo.
La salida de Pardow no solo fue un golpe para el presidente Boric, quien lo había considerado un aliado cercano desde sus días en la universidad, sino que también marcó un cambio significativo en la estrategia del gobierno. Álvaro García, el nuevo ministro de Economía, asumió el cargo de biministro en Energía, lo que indica un intento por parte de La Moneda de estabilizar la situación con alguien que ya estaba familiarizado con la cartera. Este movimiento se interpretó como una medida para contener la crisis y evitar que se extendiera más allá de lo manejable.
### Implicaciones para el Futuro Político
La renuncia de Pardow ha dejado un vacío significativo en el gabinete de Boric, especialmente considerando su cercanía con el presidente y su papel en la campaña presidencial. Las críticas hacia su gestión no solo provinieron de la oposición, sino también de miembros del propio oficialismo, lo que sugiere una fractura en la coalición que apoya al gobierno. La diputada Karol Cariola y la exministra Jeannette Jara fueron algunas de las voces más críticas, lo que indica que la crisis ha generado un debate interno sobre la responsabilidad y la rendición de cuentas en el gobierno.
La situación se complica aún más en un contexto electoral, donde las cuentas de la luz son un tema sensible para la ciudadanía. La presión para resolver este problema es urgente, y las promesas de compensación a las familias afectadas se han vuelto un tema central en el discurso político. Jara, tras la salida de Pardow, enfatizó la necesidad de actuar rápidamente para mitigar el impacto en los hogares chilenos, proponiendo incluso una reducción del 20% en las tarifas de electricidad.
Este episodio no solo pone en evidencia las debilidades en la gestión del gobierno de Boric, sino que también plantea interrogantes sobre la capacidad del presidente para mantener la cohesión dentro de su coalición y enfrentar los desafíos que se avecinan. La crisis energética podría ser un punto de inflexión en su administración, afectando no solo su popularidad, sino también su capacidad para implementar políticas efectivas en el futuro. La presión sobre el nuevo ministro de Economía será intensa, y su éxito o fracaso en manejar esta crisis podría definir el rumbo del gobierno en los próximos meses.