La candidatura de Jeannette Jara, representante del Partido Comunista (PC), se enfrenta a un complejo rompecabezas económico en su camino hacia la presidencia. Con un programa que busca atraer a los sectores más moderados del Socialismo Democrático, Jara debe navegar por un terreno lleno de desafíos y resistencias. La tarea no es sencilla, ya que muchos de sus asesores y economistas cercanos reconocen que reformular su propuesta económica será un proceso largo y complicado. La percepción general es que el programa actual no es suficiente para seducir a los votantes moderados, quienes buscan estabilidad y certezas en un contexto económico incierto.
Uno de los puntos más críticos de su propuesta es el fin de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y la implementación de impuestos a los superricos. Estas iniciativas, aunque populares en ciertos sectores, han sido desechadas por el actual gobierno, lo que genera dudas sobre su viabilidad. Además, Jara ha propuesto un salario mínimo de $750 mil y un enfoque en la demanda interna como motor del crecimiento económico. Sin embargo, estas ideas han encontrado resistencia, incluso dentro de su propia coalición, donde figuras como Carolina Tohá han cuestionado la efectividad de tales medidas, sugiriendo que son reminiscencias de políticas económicas de décadas pasadas.
El senador Daniel Núñez, cercano a Jara, ha intentado suavizar la percepción de su candidatura, afirmando que no propone una ruptura radical con el modelo económico actual. Sin embargo, sus declaraciones sobre el marxismo han generado fricciones dentro de la coalición oficialista, lo que complica aún más su posición. La necesidad de moderar su discurso y acercarse a los economistas más liberales se vuelve urgente si Jara desea ganar la confianza de los votantes del centro político.
En este contexto, Jara ha comenzado a establecer contactos con líderes de partidos del oficialismo, enfatizando la importancia del crecimiento económico y la colaboración público-privada. Estos son, quizás, los únicos puntos de su programa que cuentan con un respaldo más amplio en el espectro político. Sin embargo, la propuesta de un crecimiento basado en la demanda interna ha sido criticada por varios economistas, quienes advierten que esta estrategia podría llevar a un estancamiento económico, como ha sucedido en otras crisis en América Latina.
La búsqueda de un equipo económico sólido es otro de los grandes retos que enfrenta Jara. A pesar de que ha manifestado su intención de incluir a economistas del Socialismo Democrático en su equipo, muchos de ellos han expresado su reticencia a unirse a una candidatura vinculada al PC, temiendo que esto pueda afectar su reputación y credibilidad en el ámbito económico. La figura de Fernando Carmona, actual jefe programático de la campaña, podría quedar relegada si Jara no logra atraer a economistas de peso que puedan calmar las inquietudes del mercado.
La elección de un ministro de Hacienda que inspire confianza es crucial para Jara. Algunos analistas sugieren que debería emular la estrategia de Gabriel Boric, quien contactó a Mario Marcel antes de asumir la presidencia para asegurar un rumbo económico claro. Sin embargo, la búsqueda de un candidato adecuado no será fácil. Nombres como Paula Benavides y Pablo García han sido mencionados, pero ambos han dejado claro que no están disponibles para asumir el desafío en este momento. Esto deja a Jara en una posición complicada, ya que necesita un equipo que no solo comparta su visión, sino que también tenga la capacidad de tranquilizar a los mercados y a los sectores más conservadores de la economía.
El camino hacia la presidencia para Jeannette Jara está lleno de obstáculos. La necesidad de moderar su discurso económico, atraer a economistas de renombre y construir un equipo que pueda generar confianza en el electorado son solo algunos de los desafíos que deberá enfrentar. A medida que se acercan las elecciones, la presión aumentará, y la capacidad de Jara para adaptarse y negociar será fundamental para su éxito en la contienda electoral. La política económica es un tema sensible, y cualquier desliz podría costarle caro en un entorno donde la incertidumbre ya es alta. La clave estará en encontrar un equilibrio entre sus propuestas más radicales y las expectativas de un electorado que busca estabilidad y crecimiento sostenible.