En los últimos años, la industria frutal chilena ha experimentado un crecimiento notable, impulsado en gran medida por la demanda internacional de productos como las cerezas. Sin embargo, este auge ha puesto de relieve una problemática significativa: la escasez de mano de obra local dispuesta a trabajar en el campo. En este contexto, los temporeros migrantes, especialmente aquellos provenientes de Bolivia, han tomado un papel protagónico en la cosecha de frutas, lo que ha generado un debate sobre la regularización de su situación laboral y las condiciones en las que trabajan.
La escasez de mano de obra local ha llevado a empresarios del sector agrícola a buscar alternativas en la migración. Antonio Walker, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, ha sido uno de los voceros más destacados en este tema, sugiriendo la necesidad de «formalizar» la situación de los migrantes que ingresan al país como turistas pero que en realidad vienen a trabajar. Según Walker, la falta de trabajadores chilenos en el campo ha hecho que la demanda por temporeros extranjeros, en su mayoría bolivianos, sea cada vez más urgente. Este fenómeno se ha visto reflejado en las cifras: en el primer semestre de 2025, los bolivianos lideraron las solicitudes de visa laboral, superando a otros grupos migrantes.
### La Vida de un Temporero: Desafíos y Realidades
La vida de un temporero en Chile es dura y está marcada por la precariedad. Muchos de estos trabajadores se levantan antes del amanecer para comenzar su jornada en el campo, donde las condiciones laborales pueden ser extremas. Un temporero puede ganar entre $20,000 y $30,000 diarios, dependiendo de la cosecha y la demanda. Sin embargo, estos ingresos son a menudo insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, especialmente si se considera que muchos de ellos deben pagar por alojamiento y alimentación.
Los testimonios de temporeros revelan una realidad desgastante. Por ejemplo, un trabajador puede pagar hasta $80,000 por una cama en un campamento donde viven hasta 30 personas. Las jornadas laborales son largas, y en la temporada de cosecha de cerezas, pueden extenderse de 12 a 14 horas diarias, de domingo a domingo. Esto no solo afecta su salud física, sino que también limita su tiempo para descansar y recuperarse.
La informalidad laboral es otro de los grandes problemas que enfrentan los temporeros. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), entre el 40% y el 60% de los trabajadores agrícolas operan en la informalidad, lo que significa que no tienen acceso a beneficios laborales básicos como seguros de salud o pensiones. Esta situación es aprovechada por algunos intermediarios, quienes pueden ofrecer salarios bajos y condiciones de trabajo precarias sin temor a ser sancionados.
### La Necesidad de Regularización y Mejores Condiciones Laborales
La creciente demanda de mano de obra en la agricultura ha llevado a un debate sobre la necesidad de regularizar la situación de los temporeros migrantes. En 2023, se firmó un acuerdo que buscaba facilitar la regularización de los trabajadores bolivianos, eliminando el costo de $90 por el permiso de trabajo. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, muchos temporeros siguen trabajando sin la documentación adecuada, lo que los expone a abusos y explotación.
Los intermediarios juegan un papel crucial en la contratación de temporeros. A menudo, son ellos quienes establecen las condiciones laborales y los salarios, lo que puede resultar en una gran variabilidad en las remuneraciones. Mientras que algunos trabajadores pueden recibir pagos justos, otros se ven obligados a aceptar condiciones desfavorables debido a su situación migratoria.
La falta de regulación también ha permitido que surjan prácticas abusivas, como la retención de documentos personales o el pago de salarios inferiores a los acordados. Estos abusos son más comunes en el ámbito informal, donde la supervisión es escasa y los trabajadores temen denunciar por miedo a ser deportados o perder su empleo.
La situación de los temporeros migrantes en Chile es un reflejo de la complejidad del sistema agrícola y laboral del país. A medida que la industria frutal continúa creciendo, es fundamental abordar las condiciones de trabajo de estos trabajadores, garantizando su bienestar y derechos. La regularización de su estatus laboral no solo beneficiaría a los temporeros, sino que también contribuiría a la sostenibilidad y reputación de la industria agrícola chilena en el mercado internacional.