La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) ha emergido como un indicador prometedor en el diagnóstico y manejo de la enfermedad hepática crónica (EHC). Un reciente estudio liderado por el Dr. Abraham Gajardo, académico de la Facultad de Medicina e internista del Hospital Clínico Universidad de Chile, ha puesto de relieve la importancia de este marcador, que hasta ahora había sido subestimado en el ámbito clínico. Publicado en la revista World Journal of Hepatology, este estudio reúne por primera vez la evidencia científica sobre la VFC como un indicador en pacientes con daño hepático, consolidando información que anteriormente estaba dispersa.
La VFC se refiere a las pequeñas fluctuaciones en el tiempo entre un latido y otro del corazón. A diferencia de la creencia popular de que un corazón sano late de manera regular, estas variaciones son, de hecho, un signo de buena salud. Según el Dr. Gajardo, «la variabilidad de frecuencia cardíaca es, en términos muy generales, un indicador de buena salud». Este parámetro está estrechamente relacionado con el sistema nervioso autónomo, que regula funciones vitales como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración. Por lo tanto, la VFC se convierte en una ventana no invasiva para evaluar el equilibrio y la salud del organismo en general.
### La Relación entre VFC y Daño Hepático
Uno de los hallazgos más significativos del estudio es la correlación entre el nivel de VFC y el avance del daño hepático. Los resultados indican que los pacientes sanos presentan una mayor variabilidad de la frecuencia cardíaca en comparación con aquellos que están en etapas iniciales de daño hepático crónico. A medida que la enfermedad progresa, la VFC tiende a disminuir. El Dr. Gajardo señala que «la literatura describe que pacientes sanos tienen una variabilidad de la frecuencia cardíaca mayor que aquellas personas que estaban en una etapa muy inicial de daño hepático crónico».
Además, el estudio revela que ciertas complicaciones asociadas a la EHC, como la ascitis, el sangrado digestivo alto y la encefalopatía hepática, están directamente relacionadas con una baja VFC. Esto sugiere que la VFC no solo puede ser un indicador de la salud general del paciente, sino también un marcador pronóstico en el contexto de la enfermedad hepática. El Dr. Gajardo menciona que «incluso, la VFC se asocia de manera independiente con la mortalidad, siendo un indicador pronóstico en pacientes con DHC». Esto resalta la necesidad de considerar la VFC como una herramienta valiosa en la evaluación de pacientes con daño hepático.
### Implementación en la Práctica Clínica
La implementación de la VFC en la práctica clínica se ve facilitada por su carácter no invasivo y la creciente accesibilidad de la tecnología. Actualmente, existen numerosos dispositivos, como smartwatches, que pueden registrar información sobre el comportamiento del corazón y calcular la VFC de manera casi automatizada. El Dr. Gajardo explica que «la ventaja que tiene la herramienta es que hoy por hoy existen muchos dispositivos que uno utiliza y que registran información sobre cómo se está comportando el corazón». En un registro de solo cinco minutos, es posible obtener datos significativos sobre la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
Este avance en la tecnología no solo promete mejorar la calidad de vida de los pacientes con EHC, sino que también podría transformar la forma en que los médicos abordan el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad. La posibilidad de utilizar dispositivos de uso cotidiano para monitorear la VFC representa un paso hacia un enfoque más integral y personalizado en la atención médica.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca se perfila, por tanto, como una herramienta diagnóstica de gran potencial en el manejo de la enfermedad hepática crónica. A medida que la investigación avanza y se acumula más evidencia sobre su utilidad, es probable que la VFC se convierta en un estándar en la evaluación de pacientes con daño hepático, ofreciendo a los médicos una nueva forma de anticipar complicaciones, monitorear tratamientos y mejorar el pronóstico de sus pacientes.