Nepal, un país de 30 millones de habitantes situado entre India y China, ha sido testigo de una de las mayores olas de protestas en su historia reciente. Durante el mes de septiembre de 2025, las calles de Katmandú se llenaron de manifestantes que exigían cambios significativos en el gobierno, desafiando la autoridad de figuras políticas que habían sido consideradas intocables. Este fenómeno no es un caso aislado; se inscribe en un contexto más amplio de descontento juvenil que ha sacudido a varios países del sur de Asia, como Sri Lanka y Bangladesh, en años recientes.
La chispa que encendió las protestas en Nepal fue la decisión del gobierno de bloquear 26 plataformas de redes sociales, incluyendo WhatsApp y Facebook, el 8 de septiembre. Esta medida fue percibida como un ataque directo a la libertad de expresión, especialmente por la Generación Z, que representa una gran parte de la población del país. Con una edad promedio de 25 años, los jóvenes nepaleses son los más activos en redes sociales, donde han comenzado a expresar su frustración por la corrupción y la falta de oportunidades laborales.
### La Voz de la Generación Z
La Generación Z, compuesta por aquellos nacidos entre 1997 y 2012, ha sido particularmente afectada por el desempleo y la corrupción en Nepal. Según Anshuman Behera, profesor de resolución de conflictos en India, los jóvenes han sido las principales víctimas de un sistema que ha fallado en proporcionarles oportunidades. «El desempleo afecta más a los jóvenes que a las generaciones anteriores», explica Behera, subrayando que la frustración ha llevado a muchos a salir a las calles.
Las redes sociales se han convertido en un espacio crucial para la movilización y la denuncia. Richard Bownas, académico de ciencias políticas, señala que la prohibición de estas plataformas fue un intento de silenciar las voces que revelaban la corrupción en el gobierno. «Los líderes políticos no pudieron soportar más la verdad que se estaba revelando», afirma. La ira de la Generación Z se ha manifestado en protestas masivas, donde los jóvenes han exigido un cambio real en la gobernanza del país.
El descontento en Nepal no es nuevo. Desde la monarquía constitucional, que existió entre 1990 y 2008, ha habido una lucha constante por establecer una democracia efectiva. Sin embargo, la inestabilidad política ha sido la norma en los últimos años, exacerbada por la corrupción y la falta de atención a las necesidades de la población. Behera enfatiza que, a pesar de las expectativas de una buena gobernanza tras la promulgación de la Constitución de Nepal en 2015, la realidad ha sido muy diferente. «No ha habido señales de reducción de la pobreza ni de que se aborden los problemas del desempleo», indica.
### Un Movimiento Sin Líder
Las recientes protestas en Nepal han tomado un giro inesperado al convertirse en un movimiento horizontal, sin un líder visible. Este fenómeno ha sido descrito como un movimiento de la Generación Z, donde diversas coaliciones de grupos han surgido para expresar sus demandas. Michael Hutt, profesor emérito de Estudios Nepaleses, señala que aunque hay una falta de coordinación, la diversidad de perspectivas es un reflejo de la complejidad de la situación política en Nepal.
La violencia estalló en las calles, resultando en enfrentamientos con la policía y un saldo trágico de 72 muertos. Sin embargo, este descontento ha llevado a cambios significativos en el liderazgo político del país. La renuncia del primer ministro KP Sharma Oli fue un resultado directo de la presión popular. En un giro histórico, Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo, fue elegida como la primera mujer primera ministra de Nepal a través de una encuesta virtual en Discord, una plataforma de mensajería popular entre los jóvenes.
Karki ha prometido trabajar en sintonía con las aspiraciones de la Generación Z, lo que representa un cambio significativo en la política nepalí. Sin embargo, los analistas advierten que, a pesar de este cambio, es poco probable que se implementen reformas estructurales que aborden la pobreza y el desempleo de manera efectiva. Behera concluye que la corrupción y el nepotismo están profundamente arraigados en el sistema político de Nepal, lo que dificultará cualquier cambio real.
Las protestas en Nepal son un claro reflejo de un descontento más amplio en la región, donde los jóvenes están alzando la voz contra un sistema que consideran corrupto y obsoleto. La Generación Z no solo está desafiando a sus líderes, sino que también está redefiniendo la forma en que se lleva a cabo la política en su país. A medida que el movimiento continúa evolucionando, el futuro de Nepal dependerá de la capacidad de sus líderes para escuchar y responder a las demandas de una generación que ha crecido en la era digital y que exige un cambio real.