En el contexto político chileno, la disputa por el electorado que rechazó el primer proyecto constitucional se ha convertido en un tema central de cara a la próxima elección presidencial. Los líderes de los partidos involucrados, como el Partido Republicano y la UDI, han comenzado a delinear sus estrategias para captar a este grupo de votantes, que representa un 62% del electorado. Esta situación ha llevado a un análisis profundo sobre las motivaciones y necesidades de estos votantes, quienes, en su mayoría, buscan soluciones prácticas a problemas cotidianos y no se sienten identificados con las peleas políticas tradicionales.
Uno de los actores principales en esta contienda es José Antonio Kast, presidente del Partido Republicano, quien ha manifestado su intención de unir a todas las fuerzas de oposición en un eventual gobierno. Kast ha enfatizado que la unión de fuerzas políticas que se dio para el Rechazo en 2022 no fue un hecho aislado, sino un llamado a priorizar el progreso y la unidad en torno a las instituciones. En una reciente entrevista, Kast afirmó que su gobierno consideraría a todos los sectores de la oposición, desde demócratas hasta libertarios, lo que sugiere una apertura hacia un espectro político más amplio.
Por otro lado, Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, también ha comenzado a relanzar su campaña con el objetivo de atraer a este electorado. Su estrategia incluye el eslogan «Chile, un solo equipo», que busca recuperar la mística del Rechazo y hacer un llamado a la unidad. En este sentido, Matthei ha estado trabajando en estrecha colaboración con líderes de otros partidos, como los Demócratas y Amarillos, quienes fueron clave en el triunfo del Rechazo en 2022. Esta colaboración se ha traducido en una serie de propuestas concretas dirigidas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, como facilitar el acceso a la vivienda para familias jóvenes y reimpulsar la ocupación laboral.
La estrategia de ambos candidatos se centra en presentar propuestas programáticas que resalten su capacidad para resolver problemas reales, dejando de lado disputas internas y polémicas que podrían alienar a los votantes. En el caso de Matthei, su campaña ha incluido la promoción de su experiencia como ministra del Trabajo, donde se le atribuye haber generado un millón de empleos, lo que refuerza su imagen como una candidata capaz de abordar el desempleo y la economía.
A medida que se acercan las elecciones, la competencia entre Kast y Matthei se intensifica. Ambos candidatos están conscientes de que el electorado del Rechazo no está necesariamente alineado con una ideología política específica, sino que busca soluciones prácticas y efectivas. Esto ha llevado a ambos a adoptar un enfoque más pragmático, centrado en la propuesta de políticas que respondan a las necesidades de los ciudadanos.
En este contexto, la campaña de Kast ha estado marcada por un despliegue territorial que busca conectar con los votantes en diversas regiones del país, como Antofagasta, Rancagua, Valparaíso y el Maule. Kast ha propuesto la creación de un «gobierno de emergencia» que incluya a todas las fuerzas de oposición, enfatizando la necesidad de abordar temas críticos como la seguridad, la inmigración y el crimen organizado. Esta propuesta busca atraer a aquellos votantes que se sienten inseguros y que buscan un liderazgo fuerte y decisivo.
Por su parte, Matthei ha optado por una estrategia más centrada en la comunicación directa con los ciudadanos, utilizando su plataforma para presentar propuestas concretas y accesibles. Su enfoque ha sido el de mostrar que su candidatura no solo representa a un partido, sino a un movimiento que busca la inclusión y la participación de todos los sectores de la sociedad. La visibilidad de figuras como la senadora Ximena Rincón en sus eventos también refuerza esta idea de unidad y colaboración entre diferentes fuerzas políticas.
Ambos candidatos están en una carrera por demostrar que pueden ser la opción más viable para aquellos que se sienten desilusionados con el sistema político actual. La clave para ambos será su capacidad para conectar con un electorado que, aunque diverso, comparte un deseo común de ver cambios significativos en la forma en que se abordan los problemas del país. La disputa por el electorado del Rechazo no solo definirá el futuro de Kast y Matthei, sino que también tendrá un impacto significativo en la dirección política de Chile en los próximos años.