En el corazón de San Miguel, un jardín infantil conocido como Vitamina enfrenta una crisis financiera que ha dejado a sus propietarios en una situación desesperante. Inés, la dueña de la vivienda donde opera la sede de este jardín, ha denunciado que la institución lleva ocho meses sin pagar el arriendo de su propiedad, acumulando una deuda cercana a los 20 millones de pesos. Esta situación no solo afecta a Inés y su familia, quienes dependen de este ingreso, sino que también plantea serias interrogantes sobre la gestión financiera de la cadena de jardines más grande de Chile.
La historia de Inés es un reflejo de la realidad que muchos propietarios de inmuebles enfrentan en el contexto actual. Desde el inicio de la pandemia, los problemas de pago se han vuelto comunes, y en este caso particular, el jardín infantil ha dejado de cumplir con sus obligaciones contractuales. A pesar de que el contrato de arriendo comenzó en 2010, los problemas se intensificaron durante la pandemia, con atrasos que llegaron a alcanzar hasta 14 meses consecutivos. Aunque en un momento se pusieron al día, desde enero de 2025, la situación ha empeorado, y la deuda sigue creciendo mientras el jardín continúa operando como si nada hubiera pasado.
Inés, en una emotiva entrevista, expresó su frustración: «Esto no puede ser, ellos saben muy bien la realidad nuestra: que nosotros vivimos de ese arriendo. Entonces, ¿hasta cuándo?». La angustia de no saber cómo cubrir sus gastos básicos se hace palpable en sus palabras, y su situación se complica aún más al saber que el caso se encuentra actualmente en tribunales.
### La Realidad Financiera de Vitamina
El jardín infantil Vitamina, a pesar de su aparente éxito, enfrenta una crisis financiera que se ha ido agravando con el tiempo. Según reportes, la institución genera ingresos significativos, recibiendo entre 400 y 500 mil pesos mensuales por cada niño matriculado. Sin embargo, esta entrada de dinero no se traduce en el pago de sueldos a los trabajadores, quienes han estado sin remuneración durante largos períodos, a excepción de la directora. Esta situación ha llevado a que la directora incluso tenga que utilizar su propio dinero para comprar útiles escolares, lo que plantea serias dudas sobre la gestión económica de la institución.
La falta de pagos no solo afecta a los propietarios de los inmuebles, sino que también repercute en el bienestar de los empleados y en la calidad del servicio que se ofrece a los niños. Inés cuestiona la lógica detrás de esta situación: «Es incomprensible, porque el jardín funciona. No creo que los apoderados no paguen, porque ellos no tendrían a los niños». Esta afirmación pone de manifiesto la contradicción entre los ingresos que genera el jardín y la incapacidad de la administración para cumplir con sus obligaciones financieras.
La crisis de Vitamina no es un caso aislado. La cadena ha enfrentado múltiples demandas en los últimos años por no pagar sueldos y arriendos, lo que ha llevado a que se soliciten liquidaciones forzosas en varias ocasiones. En agosto de 2025, una de sus sedes en Las Condes fue desalojada tras tres años de impagos, dejando los juguetes y materiales educativos en la calle. Este desalojo no solo refleja la gravedad de la situación financiera de Vitamina, sino que también pone en riesgo la educación y el bienestar de los niños que dependen de estos servicios.
### Impacto en la Comunidad y el Futuro de los Jardines Infantiles
La situación de Vitamina tiene un impacto más amplio en la comunidad. Los jardines infantiles son esenciales para muchas familias, proporcionando un espacio seguro y educativo para los niños mientras sus padres trabajan. Sin embargo, la crisis financiera de Vitamina podría llevar a una reducción en la calidad de la educación y el cuidado que se ofrece, afectando a cientos de familias que confían en estos servicios.
Además, la falta de pago a los trabajadores puede resultar en una alta rotación de personal, lo que afecta la estabilidad y la continuidad educativa de los niños. La experiencia y la formación de los educadores son cruciales para el desarrollo infantil, y la incertidumbre laboral puede llevar a una disminución en la calidad del servicio.
La situación también plantea preguntas sobre la regulación y supervisión de las instituciones educativas en el país. Es fundamental que existan mecanismos que garanticen que los jardines infantiles cumplan con sus obligaciones financieras y que se protejan los derechos de los trabajadores y propietarios. La falta de acción en este sentido podría llevar a una crisis más profunda en el sector, afectando a miles de familias y trabajadores.
En resumen, la crisis que enfrenta el jardín infantil Vitamina es un reflejo de problemas más amplios en el sector educativo y en la economía del país. La falta de pago a los propietarios y trabajadores no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino que también tiene repercusiones en la calidad de la educación y el bienestar de los niños. Es imperativo que se tomen medidas para abordar estas cuestiones y garantizar que todos los involucrados en el cuidado y la educación infantil sean tratados con justicia y respeto.