Este domingo, Bolivia se encuentra en un momento crucial con la celebración de sus elecciones presidenciales. Desde las 8:00 de la mañana, los ciudadanos han comenzado a ejercer su derecho al voto, y se espera que los resultados sean anunciados alrededor de las 9:00 de la noche. Además de elegir al nuevo presidente, los bolivianos también votarán para seleccionar a 26 senadores y 130 diputados que formarán parte del Congreso, con la expectativa de que los nuevos funcionarios asuman sus cargos el 8 de noviembre.
El Tribunal Supremo Electoral ha habilitado a ocho candidatos para participar en esta contienda electoral, reflejando un espectro político diverso. En el lado de la derecha, destaca la figura de Samuel Doria Medina, un empresario de 66 años que representa al Frente de Unidad Nacional. Doria Medina ha propuesto una serie de reformas económicas que incluyen el cierre de empresas públicas deficitarias, la eliminación de subsidios a los combustibles y la reducción del gasto público. Su enfoque busca devolver la autonomía al Banco Central, lo que ha resonado con un sector de la población que anhela un cambio en la gestión económica del país.
Otro candidato relevante de la derecha es Jorge “Tuto” Quiroga, de 65 años, quien ha sido presidente de Bolivia y ahora se presenta como parte de una coalición de partidos y agrupaciones de derecha liberal conservadora. Quiroga ha manifestado su intención de reformar las leyes para atraer inversión extranjera y establecer acuerdos de libre comercio con diversas naciones. Sin embargo, ha mostrado distanciamiento con Estados Unidos debido a las políticas arancelarias del actual presidente, Donald Trump.
El grupo de candidatos de la derecha se completa con Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, y Jhonny Fernández, de Fuerza del Pueblo, así como Pavel Aracena Vargas, de la alianza Libertad y Progreso. Cada uno de ellos presenta propuestas que buscan responder a las inquietudes de sus electores, aunque las encuestas indican que la competencia es reñida.
En el espectro de la izquierda, dos candidatos se destacan: Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado, y Eduardo del Castillo, exministro de Gobierno. Rodríguez, de 36 años y representante de la Alianza Popular, ha sido un cercano colaborador del expresidente Evo Morales. Su propuesta incluye la búsqueda de préstamos de grupos como los BRICS, en lugar de depender de organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por su parte, Eduardo del Castillo, también de 36 años y miembro del Movimiento Al Socialismo, busca continuar con la línea política que ha gobernado Bolivia durante casi dos décadas.
Es importante mencionar que Evo Morales, quien había intentado postularse nuevamente, fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, que dictaminó que la reelección indefinida no está permitida. Esto ha dejado un vacío en el liderazgo del MAS, el partido que ha dominado la política boliviana en los últimos años.
Las encuestas previas a las elecciones indican que ninguno de los candidatos supera el 22% en intención de voto, lo que sugiere una fragmentación del electorado. Samuel Doria Medina lidera las encuestas con un 21%, seguido de cerca por Jorge “Tuto” Quiroga, quien cuenta con un 20%. El resto de los candidatos se sitúa por debajo del 10%, lo que podría dar lugar a un escenario electoral incierto.
A medida que se acerca la hora de cierre de las votaciones, la tensión aumenta en el país. Los bolivianos están ansiosos por conocer quién será el próximo presidente y cómo se configurará el nuevo Congreso. Las elecciones no solo determinarán el futuro político de Bolivia, sino que también reflejan las profundas divisiones y expectativas de una población que ha vivido cambios significativos en su historia reciente.
La jornada electoral se desarrolla en un ambiente de expectativa y esperanza, donde cada voto cuenta y puede marcar la diferencia en el rumbo del país. Los ciudadanos bolivianos están llamados a participar activamente en este proceso democrático, eligiendo a sus representantes y definiendo el futuro político y económico de Bolivia.