La salud mental de los niños es un tema que ha cobrado una relevancia creciente en los últimos años, especialmente tras la pandemia que ha afectado a millones de familias en todo el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, 1 de cada 7 niños y adolescentes enfrenta algún tipo de trastorno mental, y en América Latina, los casos de ansiedad y depresión han aumentado hasta en un 30%. Este alarmante panorama nos obliga a prestar atención a las señales que pueden indicar problemas emocionales en los más pequeños, así como a las acciones que podemos tomar para mejorar su bienestar.
### Señales de Deterioro Emocional en Niños
Identificar los problemas de salud mental en niños no siempre es una tarea sencilla. Viviana Tartakowsky, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins, destaca que los síntomas no siempre se expresan de manera verbal. En muchos casos, los niños pueden mostrar su angustia a través de cambios en su comportamiento. Por ejemplo, un niño que solía disfrutar de actividades como jugar o socializar puede comenzar a aislarse, mostrando irritabilidad o desinterés por cosas que antes le gustaban.
Los síntomas pueden manifestarse de diversas formas. En los más pequeños, pueden aparecer como terrores nocturnos, regresión en hábitos como el control de esfínteres, o una desconexión emocional que se traduce en una búsqueda constante de estímulos digitales. En los niños mayores, el aislamiento social y la irritabilidad son señales comunes que no deben ser ignoradas. La falta de comunicación clara sobre sus emociones puede dificultar la detección de estos problemas, lo que resalta la importancia de que los adultos estén atentos a estos cambios.
### Consecuencias de Ignorar los Síntomas
La minimización de estos síntomas puede tener consecuencias graves. Tartakowsky enfatiza que muchos cuidadores no logran dedicar tiempo de calidad a los niños, lo que puede profundizar la desconexión emocional. La tecnología, aunque puede ser una herramienta útil, a menudo se utiliza sin un marco que enseñe a los niños y a los adultos a navegar en un entorno digital de manera saludable. Esta falta de alfabetización digital, tanto para padres como para educadores, puede agravar la situación.
Además, existen factores estructurales que impactan negativamente en la salud mental infantil. La falta de espacios seguros para jugar, la dificultad para equilibrar el trabajo y la crianza, el estrés del personal docente y la fragilidad de los lazos familiares son solo algunos de los elementos que contribuyen a un entorno poco propicio para el desarrollo emocional de los niños. La combinación de estos factores puede llevar a un ciclo de deterioro emocional que es difícil de romper sin intervención adecuada.
### Estrategias para Mejorar la Salud Emocional
Frente a este panorama, es fundamental implementar estrategias que ayuden a mejorar la salud emocional de los niños. Tartakowsky propone que el juego es una herramienta esencial en este proceso. Jugar no es un lujo, sino una necesidad básica para el desarrollo emocional. A través del juego, los niños pueden aprender a manejar la frustración, desarrollar empatía y creatividad, y, sobre todo, sentirse valorados y vistos. No hay sustituto tecnológico que pueda reemplazar esta experiencia vital.
Además, es crucial fomentar vínculos sociales y familiares sólidos. Tartakowsky subraya que los niños no necesitan cosas materiales, sino experiencias significativas que les permitan sentirse queridos y apoyados. La crianza en aislamiento no es beneficiosa; los niños prosperan en entornos donde se sienten amados y donde existen límites claros y consistentes. Esto no solo les ayuda a desarrollar una autoestima saludable, sino que también les proporciona un sentido de pertenencia que es fundamental para su bienestar emocional.
En resumen, la salud mental infantil es un tema que requiere atención urgente. Reconocer las señales de alerta y actuar de manera proactiva puede marcar una gran diferencia en la vida de un niño. La combinación de juego, vínculos afectivos y un entorno seguro puede ayudar a los niños a navegar por sus emociones y a desarrollar habilidades que les servirán a lo largo de su vida. La responsabilidad recae en todos nosotros: padres, educadores y la sociedad en general, para crear un entorno que favorezca el bienestar emocional de nuestros niños.